Llegan semanas de recopilar apuntes, ir a tutorías, madrugar para coger sitio en la biblioteca, indignarte porque llegas cinco minutos tarde y ya están todos los asientos reservados, etc. Los exámenes se acercan y lo sabemos, pero en realidad somos más de hacer alguna de estas cosas estúpidas mientras estamos sentados “estudiando”.
1. Tener que usar el ordenador cada cinco minutos.
Hay una serie de excusas baratas que te permiten entrar en el ordenador cada cinco minutos: “voy a buscar algo en google“, “voy a mirar el mail a ver si ya me han pasado esos apuntes” o “fijo que de esto hay algún tutorial en YouTube” son las más utilizadas entre los estudiantes. Eso sí, todas tienen el mismo resultado que es acabar actualizando Facebook unas cuantas veces, ver que están poniendo en Twitter o peor aún leyendo un Tumblr en el que insisten que deberías estar estudiando.
2. Hacer cálculos inútiles.
No seremos buenos en matemáticas, pero si
en algo utilizamos todo lo que esta asignatura nos ha enseñado es en
calcular el ritmo al que estamos estudiando y más importante aún: a que ritmo deberíamos ir para ser capaces de aprobar todo.
“Tengo que leer 5 libros, si me leo 1
página cada 3 minutos y cada libro tiene más o menos 500 páginas, voy a
necesitar 125 horas, es decir 5,2083333 días dedicados sólo a leer“. Pero en vez de ponerte rápidamente con ello, decides que es mejor calcular (volvemos a las matemáticas otra vez) cuantas horas de sueño te puedes quitar para poder con todo.
3. Preparar el sitio donde vas a estudiar.
No sólo es importante el estudio, también lo es el DÓNDE se estudia.
Por eso tenemos la extraña manía de ponernos más quisquillosos de lo
habitual para lograr una atmósfera adecuada para “estudiar”. Colocas la
luz, siempre has oído que tiene que alumbrar lo suficiente pero sin
hacer daño a los ojos, preparas el café, porque crees que vas a durar
más de cinco minutos sin caer en el primer punto de la lista y te pones
un poco de música de ambiente para absorber todos los conocimientos.
Lástima que no hagan exámenes de cómo colocar tu mesa de estudio, porque nos llevaríamos la matrícula de honor.
4. Subrayar como si no hubiese mañana.
Porque sí, porque aunque todo el mundo diga
lo contrario nosotros sabemos que sí que ayuda… que sí que ayuda a
tener un libro lleno de colorines más fosforitos que algunas de las
camisetas de Bershka. Todos decidimos hacer uso de los subrayadores como
método de aprendizaje pensando que gracias a ello lo vamos a recordar
mejor: “sólo voy a subrayar lo importante” te decías, pero cuando te quieres dar cuenta ya es demasiado tarde, los apuntes parecen personajes de los Simpsons.
5. Hacerle una visita al frigorífico (o unas cuantas).
El tiempo medio de una paradita para
visitar al frigorífico suele ser cada 20 minutos, ¡qué hacer como que se
estudia da hambre! Lo realmente intrigante es que cada vez que vamos
esperamos encontrar algo nuevo, es decir, que mágicamente su contenido
haya cambiado. Pero no, esa magia sólo ocurría en los cuentos de
Disney, cuya historia acabó, irónicamente, en otro frigorífico.
6. Tratar de averiguar que estudia el de al lado.
Si eres de los que estudia en la
biblioteca, llegará un momento en que tu mente decidirá que los apuntes
de tu compañero seguramente sean más apasionantes que los tuyos así que
tratarás de leerlos disimuladamente, pero no te molestes, se dará cuenta
y quedarás como un imbécil.
7 . Creer en la ósmosis como método definitivo.
Somos estudiantes, y creemos en la ósmosis. Para los que no sepan lo que es, según wikipedia se trata de “un
fenómeo físico relacionado con el movimiento de un solvente a través de
una membrana semipermeable. Tal comportamiento supone una difusión
SIMPLE a través de la membrana, sin gasto de energía”.
Traduciéndolo al castellano,
esperar a que los apuntes pasen del libro/apuntes a tu cerebro sólo por
el hecho de estar el máximo tiempo posible delante de ellos. Por eso,
además, tenemos todos los árboles del Amazonas a modo de apuntes para
que todos estos conocimientos vayan pasando uno a uno a formar parte de
nosotros. ¡Bienvenidos!
Pd: Todo esta historia queda más divertida si piensas en este proceso con los personajes de Érase una vez el Cuerpo Humano.
8. Competir por quién lo lleva peor.
A: ¡Lo llevo fatal, no he estudiado nada!
B: ¡Qué va! Siempre dices lo mismo y luego encima sacas nota, mírame a mí, ¡qué me llego por el primer tema!
A: Ya pero el primer tema es el más largo, además tu ya tienes las prácticas de clase aprobadas.
La frase demoledora de “has tenido todas las navidades para estudiar” te da que pensar. Y mucho. Empiezan los remordimientos y empiezas a crear ese mundo utópico en el que te habías puesto a estudiar antes, el tema por el que te llegarías ahora, las horas que podrías dormir, que no harías rico a Red Bull por mantenerte despierto, etc.
Pero no hay vuelta atrás. Toca volver al punto 1.
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